Me encantan las montañas, especialmente las de la fotografía… Pero, hoy me gustaría compartir la idea que desde oriente nos llega de la montaña como símbolo de UNIDAD.
El Taoísmo establece que este símbolo es capaz de integrar tres fuerzas o energías muy distintas: una positiva, otra negativa y una tercera conciliadora. Y por tanto, como símbolo es muy útil para explicar la tan nombrada Teoría del Yin y el Yang, básica para entender todos los fenómenos que acontecen en la Naturaleza y en el ser humano.
La Teoría dice más o menos así… El ideograma chino Yin significa “la ladera sombría de la montaña” y representa lo oscuro, lo frío, la pasividad, el recogimiento… y Yang significa “la ladera luminosa” y representa el calor, la actividad, la expansión… Mientras Yin crece, Yang decrece, y viceversa, siempre en un movimiento continuo. La tercera fuerza el Dao, es una fuerza superior capaz de contener, armonizar y abrazar estas dos polaridades en una única realidad: LA MONTAÑA.
De todas las implicaciones que derivan de esta Teoría, la primera que llama la atención es que Yin y Yang, aunque aparentemente opuestas, son complementarias y ambas son igualmente importantes. En el pensamiento clásico occidental los opuestos están divididos en campos excluyentes (o es bueno o es malo, o es blanco o es negro, etc.), y lo que categorizamos como negativo o malo debe ser excluido, reprimido o descartado.
En la cultura oriental nada existe ni actúa si no es en directa conjunción con su opuesto básico, y todos los fenómenos anormales, desde la enfermedad hasta las tormentas, se deben a un desequilibrio crítico entre estas dos fuerzas primordiales. Esta Teoría nos aporta una visión integradora de la realidad, relativa, no absoluta, de alternancia, interdependencia y transformación.
Si hacemos un pequeño esfuerzo, todos podemos reconocer en los demás y en nosotros mismos atributos o cualidades Yin y Yang. Así, la fuerza y la delicadeza, la valentía y el miedo, la rabia y el sosiego, no es patrimonio ni de hombres ni de mujeres y menos de pueblos. Esta visión de integración de atributos o cualidades opuestas para conformar un TODO, podría ahorrarnos mucho sufrimiento. ¿A quién le interesa mantener esta visión excluyente, limitante y desequilibrada de las cosas? ¿Por qué no avanzar para llegar a una relación armoniosa en que las cosas diferentes puedan integrarse con naturalidad y equilibrio?
Hagamos el esfuerzo de mantener la armonía dentro de nosotros y en el mundo que nos rodea. Contemplemos la Naturaleza, a la cual pertenecemos, centremos la atención en cualquiera de sus elementos, observemos La Montaña desde diferentes puntos de la Isla, ¿a que no parece la misma?, o los diferentes momentos por los que pasa el día, ¿acaso es más importante uno que otro? Todo parece invitarnos a buscar el camino en la interacción de los opuestos, en el fluir incesante de dos fuerzas gracias a la existencia de un Vacío mediador, no en un extremo ni en el otro, el atributo principal del camino parece ser el movimiento y el cambio constante… Cambiemos pues.
Ana Castro. Directora y docente del Centro Yu Shan
Imagen de Ana León